martes, 26 de abril de 2011

Porque sí...

En la tarde luminosísima de otoño, se decide a intentar transmitir quizás el azul límpido y hermosamente homogéneo del cielo.
Los árboles y plantas que adornan su cotidianeidad parecen estáticos, ni un breve movimiento se les nota ya que ni una ligera brisa se le escapa a este día...
El paisaje que deja ver el pedazo de cristal que tiene sobre su vista, se asemeja a una foto ya que sólo en ellas se puede congelar un movimiento y es tan poca la brisa de este día que no parecería necesario tomarla.
Mira a través de él y se pierde deleitándose en las hojas de un álamo que va cambiando su vestido verde de verano hacia el amarillo tirando a marrón que se llevará muy pronto el invierno...más aquí una azalea colorea y da vida a un cantero vecino, con su rosado intenso, y hoy, particularmente brillante saludando el soleado día.
Un pájaro con una rama en su pico se lleva su mirada mucho más allá...arriba sobre un pino que seguramente acogerá un nido entre sus ramas firmes que en algún momento, se musicalizará con nuevos trinos...y será el testigo mudo de la maravilla de la creación en estos pequeños trabajadores.
La frondosidad tupida de un coronilla inmenso alberga innumerables trinos que están también inspirados hoy...y los sonidos se cruzan y se acoplan en un díalogo que sólo ellos conocen...Cuánta historia en tantos años, cuántos temporales habrá aguantado estoico, cuántos veranos, cuántos nacimientos, cuánta vida y cuánta despedida...a lo largo de su larga vida que delata el ancho tronco y su ramaje espeso.
El maullido de su gata, Flor, la descuelga del paisaje...retorna a su rutina laboral no sin antes acariciar a Flor que sin duda fue quien percibió su paseo...

1 comentario:

Rebecca Erus dijo...

A veces una simple caricia a cualquier ser puede arreglar tantas cosas y darte tantas respuestas...

Me ha gustado. Espero leer pronto más de usted. Le dejo un beso, un abrazo y un gracias por sus palabras, que son para todos y ninguno.